viernes, 25 de diciembre de 2015

Por los Cañones del Ebro en busca de historia.



5 de Diciembre del 2015
Alguien que conoce bien los páramos, las loras y los cañones nos dijo- "Por estas tierras disfrutamos de dos estaciones. Una es el invierno y la otra..... la estación del tren".



Salimos de casa con una tarde extrañamente soleada y de amable temperatura a pesar de ser diciembre, a pesar de estar ya con un pié en las navidades. Viajamos por la autovía que se adentra en Cantabria y que rápidamente nos lleva hasta Torrelavega, donde abandonamos la vía para girar hacia el sur por la N-623. Es más lenta, pero más entretenida, más auténtica y a la vez lleva menos tráfico. Puede que seamos raros pues la mayoría prefiere llegar cuanto antes de "A a B", nosotros no. A nosotros nos gustan las nacionales, las curvas, atravesar los pueblos a paso de burra, disfrutar del camino y no ir a contrarreloj. No debemos olvidar que estamos de descanso, tenemos cuatro días de puente por delante y no tenemos prisa para nada.






Dejados atrás los amplios, llanos y apacibles paisajes que bordean el embalse del Ebro entramos en la provincia de Burgos y sin previo aviso, aparecen los primeros cortados, los profundos e impresionantes Cañones del Ebro.


Vemos desde lo alto el pueblo de Escalada. Aparece encajonado en el fondo de un cañón con casi 200 metros de profundidad y bañado por el arroyo de Val. Es de carácter noble y fue levantado allá en la Alta Edad Media en tiempo de la reconquista y repoblación del norte de Castilla tras la expulsión de los "moros" de la Península.



Tenemos reservado aquí mismo un alojamiento para disfrutar del descanso e ir descubriendo la comarca sin prisa. Aparcamos el coche en la carretera justo antes de entrar en el pueblo porque todo se ve mejor caminando. En un corto paseo calle abajo enseguida damos con nuestro hotel rural, "La Casona de Escalada ***"









Pequeño, acogedor, el pueblo está compuesto de un puñado de casonas de piedra y madera, entre las que destaca el Palacio de los Gallo (S. XVII).






Y por supuesto la Iglesia de Sta. María de Escalada fechada en el siglo XII

Sobre todo de la fachada atrae la atención la entrada principal, el "tímpano", como llaman al dintel en forma de arco de este tipo de arquitectura. Tiene un trabajo estupendo de talla aunque se ve algo ajado. Según dice el panel informativo aparece un grupo de 22 personajes que representan diversos oficios y vivencias medievales además de otras escenas diversas. Son obras escultóricas impresionantes que nos cuentan mucho del pasado y que si nos detenemos un momento nos sorprende todo lo que pueden contarnos. Ser un ignorante del tema no me exime de la admiración.







En cuanto a nuestro hotel, enseguida nos damos cuenta que no es un alojamiento rural cualquiera, es algo más que una casona antigua bien decorada. Algo nos dice que aquí se cuida muy mucho el detalle. Empujamos la puerta de cuarterón y pasamos dentro.
 


Ocupando toda la pared de recepción entre espadas y puntas de lanza, hay pintados grandes murales de temática medieval que recuerdan la ilustración de un manuscrito antiguo.
Carlos es quien nos recibe, es el dueño. Tras tomarnos los datos y entregarnos la llave, a modo de bienvenida nos dice. -"Instalaros cómodamente y cuando os apetezca me lo decís y os muestro el resto de la casa y mi pequeño museo".
Nos sorprende la propuesta y nos deja con la incertidumbre de ver de que se trata.





La habitación es amplia, suelo de tablones crujientes, piedra en la pared, sobria pero bien amueblada. Tal como se espera de una guapa y acojedora casona rural.


Nuestra habitación también dispone de un corredor, de un balcón o "solana" como aquí lo llaman. Hay buenas vistas de los alrededores, lástima que parte de ella la estropea la nueva escuela infantil del pueblo, un mamotreto semi-moderno con una buena dosis de feísmo.

Un escritorio antiguo con silla y un espejo con pie forman el conjunto. En el balcón tenemos una mesa y un par de sillas pero como afuera no hay quien pare de frío las metemos dentro para más comodidad.











Salimos a dar una vuelta por las callejas del pueblo. Es noche cerrada y no vemos demasiado así que el paseo nos lleva enseguida a la única puerta entreabierta con luz. Nos asomamos con miedo a colarnos donde no debemos pero resultó ser la "Casa de Lolo y Vicent". El bar del otro hotel rural de que dispone Escalada. En su planta baja, tras una puerta que parece la entrada a un castillo, hay una tasca de pueblo, peculiar, rebosante de trastos, fotos, posters, anuncios, cachivaches, mobiliario dispar y todo presidido por una apetecible chimenea de hierro que caldea el ambiente casi tanto como sus dueñas. La abuela, septuagenaria de vitalidad pasmosa con el pelo teñido de rojo, la hija que pasaría desapercibida en cualquier mercadillo hippy y la nieta, una joven adolescente con ideas muy adultas.


 Somos sus únicos cliente y desde el primer minuto entablamos una conversación larga y distendida como si nos conociéramos de toda la vida.
Acompañamos la conversación con unos quintos de cerveza y alguna rica tapita obsequio de la casa.
Casi tres horas más tarde nos despedimos de ellas y regresamos a nuestro hotel.
















DE RUTA POR PUEBLOS CON ENCANTO




Son casi las 11:00 de la mañana cuando por fin se empieza a derretir la blanca helada con la que amanecimos. Ahora entendemos porqué a pesar de la calefacción y las mantas esta noche notamos frío en la habitación.


Tomamos la carreterita que lleva hacia Valdelateja con la intención de hacer algo de trekking por la zona y disfrutar del entorno.










Dejamos el coche en el parquing para visitantes que hay a la entrada pues solo está permitido el acceso de vehículos vecinales.
Atravesamos caminando el bonito puente sobre el río Rudrón que lleva al pueblo. El entorno se ve precioso, con los colores del otoño, la luz débil de diciembre y la tranquilidad que da un cielo totalmente azul.





Valdelateja está en un rincón especial, en las casas abunda la madera, la piedra y está rodeado de los omnipresentes riscos verticales del cañón formado hace miles de años por el rio Rudrón afluente y compañero de aventuras de su hermano mayor, el río Ebro.
Llaman poderosamente la atención las siluetas de los enormes buitres leonados que nos sobrevuelan recortándose contra el cielo y posándose de cuando en cuando a otear desde los riscos.





Damos con un panel informativo que marca las posibles rutas a elegir desde aquí.
Una de ellas es circular de 18 km. (Valdelateja-Cortiguera-Pesquera del Ebro-Valdelateja) Seguro que es muy entretenida. También marca una ruta corta que lleva al Pico Castrosiero donde se pueden ver los restos del pueblo abandonado de Siero y en cuya cima está la Ermita de las Santas Centola y Elena.








Decidimos hacer de momento la corta. Subiremos a la Ermita que promete muy buenas vistas y magnífica fotografía.









El ruta sube por un camino empinado y bien señalizado que parte detrás del pueblo.


Es cómodo, tapizado de hojas y discurre a través de un bosque de alisos, chopos, arces, tilos, sauces y quejigos cubiertos de abundantísimos líquenes.



Parece que estuvieran decorados para las fiestas navideñas aunque sin lugar a dudas son mucho más guapos decorados por la naturaleza, que los engendros electrificados llenos de bolas, cachivaches y espumillón con los que adornamos las casas. Puto márquetin consumista.



Enseguida damos vista a los primeros restos de la iglesia gótica restaurada en parte y las pocas paredes cubiertas de maleza que aún permanecen en pié del despoblado de Siero. Sus dos últimos vecinos abandonaron el pueblo allá por 1914.



Adosado al templo en ruinas está el pequeñísimo cementerio que aún es utilizado y cuidado por algunas familias de la zona.



Las últimas pendientes nos llevan al fin a la cima de la Peña de Castrosiero (826 m.) también llamada El Castillo o El Castro. En medio de la pequeña meseta emerge la pequeña ermita de las Santas Centola y Elena.

Parece ser que fue construida en el altomedievo, de época visigoda ó prerrománica aunque los historiadores no se ponen de acuerdo a pesar de que sobre la ventana de ojo de cerradura se puede ver la fecha de 782 ó 792 medio borrada. Algunos hablan del siglo VI, del VII é incluso algunos del IX. La cosa es que merece la pena la visita aunque sea tan solo para admirar las grandiosas vista que se disfrutan desde aquí arriba.



Desde el ventanuco de la puerta se ve una nave cuadrangular con un arco de herradura al modo visigodo.







Y a un lado de la ermita vemos un eremitorio sobre una gran piedra que según cuenta la tradición es el lugar donde el verdugo Dacinio decapitó en el siglo III a las dos santas. Dice que si pasas un paño mojado sobre la piedra esta se tiñe de rojo por la sangre derramada por las santas. No lo comprobamos la verdad, igual es que somos un pelín escépticos.
 


Las vistas desde aquí son simplemente impresionantes. Valdelateja, a unos 200 metros bajo nuestros pies y hacia la lejanía perdiéndose en el paisaje, el magnífico cañón semejante al surco dejado por un arado gigantesco. No es de extrañar que romanos, visigodos, musulmanes y cristianos eligiesen este altozano como punto de vigilancia y defensa.











Karol es incapaz de dejar pasar la oportunidad de dar
unos toques de campana, se lo pasa como una niña.



Desde el mismo borde me giro hacia la iglesia y doy la espalda al abismo. Sentir el vacío tras de mi hace que me recorra un respingo por la espalda. Me alejo del impresionante borde y nos despedimos del cerro de la ermita y de las vistas de vértigo, regresamos a Valdelateja.
Nos entretuvimos demasiado por aquí arriba, así que haciendo el camino de regreso abandonamos la idea de hacer hoy la ruta circular de 18 km. Quedan pocas horas de luz y la ruta puede llevarnos algo más de cinco horas.









Subimos al coche y ahora nos dirigimos a Orbaneja del Castillo. Es sin duda uno de los pueblos con más encanto del norte burgalés. No se puede negar su fotogenia y su atractivo enclave. Lo primero que ofrece al viajero es una hermosa cascada que se descuelga al lado mismo de la carretera.
Sobre el puente hacen cola los visitantes para hacerse un "selfie", en grupo, en pareja, uno solo, dos con leche, un cortado jejejejeje.-"Por favor, nos puedes hacer una foto". me dicen. Me lío a hacerles fotos con sus móviles, enseguida todas se subirán a las redes sociales.












Siento un poco de congoja cuando me veo formando parte de una masa de gente que se amontona en algunos lugares "ineludibles" para la foto recuerdo. Todos haciendo exactamente lo mismo, sin iniciativa propia, me recuerda uno de esos rebaños ovinos que te hacen parar unos minutos mientras atraviesan la carretera en masa. Los humanos nos aborregamos con demasiada frecuencia.







Los bares del pueblo hoy tienen buena venta, están abarrotados. Parece que solo existieran dos cosas para los turistas, la cascada para hacerse un selfie y el bar para ponerse finos a vinos, cervecitas y pinchos.
El resto del pueblo por el que paseamos está solitario, prácticamente vacío, obviado, olvidado.








Callejas estrechas de piso empedrado y algunos muros con restos del que siglos atrás fue un pueblo habitado por mozárabes venidos de Al-Ándalus. Fue un pueblo con aljama, osea con un edificio para el culto religioso.




No está muy claro si se trataba de judíos que se resistieron a la excomulgación y expulsión refugiándose es estos parajes o si fue habitado por judíos fugados de la inquisición mientras eran trasladaban a los puertos de Laredo y Santoña con un futuro más bien incierto.





La espectacular y tan fotografiada cascada que se precipita desde 25 metros al borde de la carretera y que va discurriendo a través del pueblo, nace justo detrás de las casas de Orbaneja de la llamada cueva del Agua.




Presidiendo el entorno se puede ver esta formación en un borde del cañón que probablemente por ella el pueblo adquirió el nombre de Orbaneja del Castillo, ya que nunca hubo ningún castillo ni restos de tal en la zona. En realidad a estos riscos según nos contaron se les llaman popularmente "las muelas" ó "El beso de los camellos"




Y nos son los únicos pues justo enfrente, a la otra parte del cañón, también adivino otra cabeza de camello, esta decorada con banderita.





Abro un poco el encuadre para fijar la vista en las preocupaciones de la gente de la zona. "FRACKING = MUERTE.


No solo hay carteles aquí en Orbaneja, si no que está plagado de carteles "antifracking" por todos los pueblos de la zona.
Como en todo, hay defensores y detractores de este método de explotación.
Los defensores (que suelen ser los que llevan los euros limpios y viven muy lejos de aquí) dicen que no ocasiona ningún tipo de problema.
Los detractores (que siempre es el pueblo llano que se lleva las ostias) aseguran que provoca:
Contaminación de las aguas superficiales y subterráneas.
Contaminación del aire.
Afecciones a la salud humana.
Alteraciones del paisaje y del terreno.
Contaminación de suelos al cerrar los pozos.
Riesgo sísmico.














En mi inmensa ignorancia no tenía ni idea de tal método de explotación  y pregunté: ¿Qué es fracking? 






Dejando así el tema seguimos recorriendo los rincones y damos con una tienda de souvenirs. Donde hay turistas rondando nunca falta negocio.






Por encima del pueblo una cornisa en la pared permite disfrutar de una extraordinaria panorámica.




Orbaneja a nuestros pies. Es una lástima que permitan aparcar los coches en todo el medio.





Antes de irnos hago una última foto ampliando la panorámica del pueblo y sus cascadas.







Continuando ruta en busca de más rincones dignos de visitar tomando dirección a Pesquera del Ebro y nos topamos con el Mirador del Cañón del Ebro.
Una vez más el paisaje se ve espectacular.
Ya queda poca luz, el sol se esconde, pero aún haremos una visita al pueblo de Quintanilla-Escalada.




En realidad Quintanilla- Escalada no tiene mucho que ofrecer y lo más destacable del pequeño pueblo es la iglesia de San Miguel de construcción relativamente moderna (1893). Me resulta bastante raro su campanario.


Fotografío muchas puertas antiguas con curiosos y bonitos herrajes. La cerradura de esta vieja casona me parece realmente especial.


También llama la atención más por feo que por viejo un edificio ruinoso, cuadrado y soso. Parece ser que se trata del antiguo colegio-receptoría y que posteriormente se utilizó como seminario.



Como remate final echamos un vistazo a la Ermita de San Roque (S. XVII)


La leyenda de San Roque nos habla de un ermitaño de origen francés (siglo XIV) que fue víctima de la peste. Se recuperó de la enfermedad en el bosque gracias a que un perro le traía alimentos. Ese perro se convirtió en un compañero inseparable. La fama de San Roque se extendió durante toda la Edad Media como intercesor en casos de peste.







De vuelta a nuestro hotelito nos bajamos al salón y nos tomamos algo mientras miramos un rato la tele. Pero nuestro anfitrión nos tiene preparada una sorpresa. Nos invita a pasar un rato a la cocina. -¿A la cocina?-digo extrañado- Resultó que dicha cocina no es lo que yo pensaba sino que es la parte etnográfica de su pequeño museo.




Una habitación mínima de dos por dos metros, con una hoguera en el centro y cuyo techo es una gran campana-chimenea. Es la cocina original que tenía esta casona cuando estaba habitada en tiempos antiguos y la única parte de la casa que no se había derrumbado. Solos al calor de la hoguera nos tomamos la última mientras contemplamos el crepitar de las llamas. Nos vamos a la cama increíblemente relajados.

















DOLMENES , PETROLEO Y PATRIMONIO ABANDONADO.


Un día más, amanece soleado pero parece que quiere nublarse a juzgar por las nubes que se van amontonando en el trozo de cielo que deja ver el cañón.
Salimos con el coche, hoy en dirección Sargentes de la Lora. Nada más llegar al pueblo, pegado a la carretera, tenemos el "Museo del Petróleo" pero no paramos, pues lo que queremos ver son los auténticos pozos petrolíferos personalmente.

En busca de ellos nos topamos con un cartel que dice: -"Dólmenes de la Lora- La Cabaña" .Pues aprovechamos el hallazgo y allí que nos vamos.





Una pista de gravilla en bastante buen estado nos lleva por el páramo dos ó tres kilómetros hasta el "Dolmen de la Cabaña" Por toda la zona parece ser que se encuentran varios de ellos bien conservados y restaurados de una antigüedad datada de 5000 años, de la época neolítica. Son del tipo llamados "sepulcros de corredor" por tener una cámara circular y un largo pasillo de entrada.




Estas construcciones prehistóricas debían de tener gran importancia religiosa y ritual a juzgar por sus grandes losas, pues acarrearlas a pulso o sobre troncos hasta aquí y luego formar el cúmulo con una mezcla de piedra y tierra, no cabe duda que requería de un gran esfuerzo físico y organizativo por parte del grupo humano que las construyó.







Regresamos a Sargentes de la Lora y al final del pueblo encontramos la señal del Campo Petrolífero Ayoluengo. Ahí esta lo que andábamos buscando.



 El 6 de Junio de 1964 brotó petróleo en el páramo de la Lora. Después de muchos esfuerzos y prospecciones se logró por primera y única vez encontrar petróleo en la Península Ibérica.





Hace 50 años desde aquel día y aún se continúa bombeando petróleo y gas natural de las entrañas de la Lora. Los sueños de aquellas gentes, no obstante, se fueron esfumando pues nunca llegó a ser como la famosa Texas. Si que hubo picos de extracción de 8.000 barriles diarios pero la cantidad fue disminuyendo hasta caer a 100 barriles diarios como pasa en la actualidad y para colmo es de baja calidad por estar muy mezclado con otros compuesto. Es muy costoso de refinar lo cual no es rentable para los vehículos a motor.



Así que al final lo están utilizando tal cual lo sacan para la industria. Nos vamos contentos por haber visto unos cuantos de estos curiosos "caballitos" ó bombas petrolíferas. Hace tiempo que había oído hablar de ello y me resultaba una estampa curiosa e inusual que quería ver.






Dejamos Sargentes de la Lora y su petroleras y nos dirigimos hacia el sur pasando por Covanero,




y por la villa de Sédano donde llama principalmente la atención la iglesia de Sta Mª de Sédano,






Continuamos por la carretera que lleva a Poza de la Sal y paramos en el Puerto de Altotero (1176 m.) donde el páramo está sembrado de molinos eólicos. Puede que sea energía limpia pero hay que ver lo que arruinan el paisaje los putos molinos.






Pero no paramos para ver los molinos, sino que paramos para ver un monumento en forma de obelisco levantado en memoria del pionero en los programas televisivos de ecología y naturaleza, el doctor Félix Rodríguez de la Fuente.






Nacio en Poza de la Sal el 14 de marzo de 1928 y fallecido 52 años después en tierras de Alaska durante el rodaje de un programa de televisión el 14 de marzo de 1980, casualmente el día de su cumpleaños.
Yo era un chaval de 13 años por entonces y recuerdo cuando dieron la noticia de su muerte en uno de los dos únicos canales de que disponíamos en aquellas fechas. Recuerdo los inolvidables programas de "El hombre y la tierra" donde Félix relataba con su voz profunda característica, la vida del lobo ibérico, de los alimoches, del águila perdicera que sobrevuela los roquedos y de toda la fauna de la península y fuera de ella.










En la fantástica bajada del puerto en dirección a Poza de la Sal dejamos encaramado sobre un cerro las ruinas del Castillo de los Rojas (S. IX)







y justo a la entrada del pueblo formando un amplio anfiteatro vemos las famosas salinas hoy en deshuso que dieron nombre y vida a la localidad.

La utilización de las salinas posiblemente se remonte al Neolítico, mejorando su técnica en época romana y apareciendo en la Edad Media como un gran centro de producción y comercio de la sal. Tras siglos de utilización a mediados del siglo XX se abandona la explotación por su baja rentabilidad.






El pueblo esta muy guapo y la parte vieja conserva más o menos bien el carácter medieval. Este es el arco de entrada a la Plaza Nueva


Las calles casi son un museo al aire libre pues está lleno de carteles informativos como este que indica la que fue casa natal de Félix Rodríguez de la Fuente.


También nos llamaron la atención otras casas del pueblo. Concretamente esta nos sorprendió, sobre todo cuando nos acercamos y vimos lo que había sobre una mesa.




Vemos un perrillo muy quieto, tan quieto que ni se inmuta cuando nos acercamos. Está muerto y ¡¡¡disecado!!! pero que es esta aberración, ¿quien vive aquí?




Plaza del ayuntamiento con los inevitables coches afeándolo todo. Debería de ser zona peatonal todo el pueblo, que lástima que nadie se haga cargo de regular estas cuestiones.







Y buscamos donde comer, un bar, un restaurante, cualquier cosa, pero no encontramos. Tenemos un hambre de perro así que no buscamos más y nos sentamos al lado del coche y nos zampamos una empanada que traemos de casa. Compartimos la comida con un par de gatos sibaritas.


Dejada atrás Poza de la Sal y continuamos viaje. Nuestra intención es visitar el "pueblo fantasma" de Tamayo. No nos es fácil dar con él pues no ya no aparece en los mapas y para llegar terminamos recorriendo toda la sierra de Oña, que por cierto, mereció la pena pues discurre entre pinares fantásticos. La carreterita es muy estrecha y revirada pero parece que la hubieran asfaltado ayer mismo.

Aparcamos el coche en la carretera y continuamos por el camino que lleva hasta Tamayo.


Llegamos a la desierta, silenciosa  y tétrica plaza del pueblo.


No solo se deterioran los edificios por el abandono sino que también ayuda el vandalismo y el saqueo de las ruinas.

La iglesia Parroquial de San Miguel de Tamayo aún se ve altiva.

Entramos en ella y nos damos cuenta del enorme tamaño y lo que impresiona ver su deterioro.
El último párroco, D. Agustín Lázaro preservó y rescató todos los elementos decorativos y de valor de la iglesia cuando a mediados de 1960 se despobló casi totalmente del pueblo de Tamayo.


Detalle de escudo en la bóveda del techo.

Uno de los laterales de la nave con graffitis.


Una vista de la entrada principal desde el altar mayor, muestra como está removido todo el enlosado.


Y a la izquierda de la puerta principal, en un rincón descubrimos algo sorprendente. Una zanja del tamaño de un cuerpo humano. Sin duda es una tumba saqueada pues los huesos esparcidos no dejan lugar a dudas.

Seguramente los profanadores buscaban joyas en el enterramiento, pues es lógico que las personas enterradas dentro de la iglesia no fueran personas del pueblo llano, sino adinerados o clérigos por lo que probablemente fueron enterrados con algún tipo de joya.




Los muros de piedra aguantan casi intactos a pesar de la falta de techumbre y de las raíces de las plantas trepadoras que se cuelan entre las grietas de las piedras.



Calle del cementerio






Me asomo al interior de algunas casas y aún quedan enseres que recuerdan otra época como una olla de porcelana ó una botella de Quina Santa Catalina.
Que curioso como cambian las cosas. Hace años este tipo de vino lo llamaban tónico e incluso se le daba a los niños de vez en cuando para abrirles el apetito. Y no era un vino flojo, unos 15º de alcohol. Seguramente las autoridades "competentes" echarían el grito al cielo. Hoy día están desterrados los anuncios de bebidas alcohólicas en televisión, en vallas y en cualquier sitio público. Sin embargo el consumo de alcohol sigue aumentando entre la población juvenil. Creo que algo esta fallando.


Sobre el dintel de una puerta aparece este escudo que me hace suponer fue casa parroquial. El escudo con las llaves cruzadas es el símbolo de la iglesia católica. Simboliza las llaves del cielo y del infierno y según cuenta el Evangelio de San Mateo 16:19, Jesús se las entregó a San Pedro como signo de supremacía sobre los demás discípulos y apóstoles.






Se conserva algún escudo nobiliario en las fachadas lo que le denota que el lugar tenía cierta importancia. De echo se nombró en su día como villa.







Sobre el porqué del abandono de Tamayo cuentan que a mediados del siglo XIX ocurrió un acontecimiento cuanto menos extraño.


Los vecinos vieron como una gran nube de humo tapaba el sol mientras se producía una especie de "corrimiento de tierras" en las fincas aledañas al pueblo. Tal fue que los vecinos no lograban encontrar la ubicación de su huertos que habían cambiado de sitio. A las casas no les sucedió nada pero provocó mucho desconcierto y desasosiego entra las gentes del lugar.
Este suceso es verídico pues aparece narrado tanto en el "libro de crónicas oficiales de España" como en el libro de la parroquia. En busca de movimientos sísmicos no se registró ninguno en la zona en esa fecha, 1849. Un echo realmente extraño propio de "Cuarto Milenio".






Nos vamos de Tamayo con el sol ya muy bajo, la tarde se acaba y aún queremos visitar otra interesante ruina histórica. El Monasterio Cisterciense de Santa María de Rioseco (S. XIII).






En cuanto nos acercamos a las ruinas un cartel nos invita a visitar el monasterio ruinoso pero insiste en advertir que la visita puede ser peligrosa. A pesar de ello consideran que es un bien de todos digno de visitar así que las puertas permanecen abiertas al público.




Subimos caminando desde la carretera dos centenares de metros por un camino empedrado y descubrimos los primeros restos del monasterio. En principio no parece que quede en pié gran cosa.


Pero en cuanto caminamos un poco más arriba damos con la fachada restaurada y entramos en la iglesia. La cosa cambia. El interior es grandioso a pesar de el evidente deterioro.


Y cuanto más nos adentramos en las ruinas más impresionante se nos muestra.


Falta la techumbre pero los arcos están bien conservados.




Seguramente estuvo habitado por un buen número de personas pues se conservan nada menos que dos grandes hornos para cocer pan.




Desde otra perspectiva dentro del patio, se ve todo el conjunto que aún queda en pié  y se adivina lo que tuvo que ser un claustro impresionante.




En la Sala Capitular vemos el acceso a una escalera de caracol sin alma, osea que sus escalones no tienen un columna central sino un ojo. La ingeniería antigua y sus constructores nunca dejarán de sorprenderme.


Se nos echa la noche encima y en el interior ya no vemos apenas nada. Andamos a tientas ayudados por el flash de la cámara de fotos. Corremos peligro de no ver algún agujero y terminar en la cripta así que nos vamos que esto empieza a ser algo lúgubre. Además resultaría muy inquietante hacer una foto a la oscuridad y ver en la pantallita de la cámara que hicimos una foto a un "ente" que levita con cuerpo de humo.






Regresamos dirección a Escalada y la carretera que atraviesa el páramo está más oscura que boca de lobo. Ni una luz en todo lo que nos rodea excepto el cielo estrellado y media docena de coches que se cruzan y desaparecen en el horizonte. Que tierras más solitarias, que despoblado.










EL MUSEO DE TOCALO TODO.






Hoy parece que se nos acabó definitivamente el buen tiempo. Esta triste, gris, aunque no llueve. Todavía le podemos sacar mucho partido al día.



Bajamos el equipaje al coche, dejamos la habitación y nos damos un relajante paseo por el pueblo.








Cogemos agua fresca y rica de la fuente del pueblo y continuamos dando vueltas por las caleyas.


Cuando estamos llegando de nuevo a nuestro hotel recibimos la llamada del dueño preocupado porque no estamos y hemos dejado la llave en recepción.
Está equivocado si piensa que vamos a irnos sin lo prometido. No nos vamos de aquí sin ver el museo de la Casona de Escalada.

Lo primero que nos muestra Carlos es el bar, decorado con fotos antiguas reales del pueblo y un futbolín con más de 80 años restaurado y pintado a mano por su hija.

 La barra del bar con un armario antiguo ó alacena reutilizado como botellero.


 Y lo más sorprendente. Nos lleva a un salón en la planta baja, un enorme salón donde se exhibe todo tipo de armas medievales, espadas, yelmos, armaduras, escudos, arcos, flechas y todo, todo fabricado de la forma tradicional y con los mismos materiales y colas naturales para unirlo.



 Carlos lleva más de 25 años coleccionando e instruyéndose en todo lo referente al la Edad Media además de pertenecer a la liga nacional de lucha medieval. Como él nos dice:- parece mentira que haya este tipo de competición a nivel mundial y nosotros los españoles, que inventamos este tipo de lucha en el medievo, apenas estemos preparados-. Compiten equipos de paises tan alejados como EEUU, Australia y Rusia además de casi todos los países Europeos.




 Todo el equipamiento que se pone encima y que utiliza en los torneos pesa alrededor de 30 kg aparte las armas.


 Nos hace una demostración de como se utilizan las espadas y nos cuenta que a pesar de parecer una práctica brutal esta ceñida a ciertas reglas tales como el honor y el respeto por el contrincante.





 También experimentamos en carne propia la defensa con escudo ante un golpe de espada. Es impresionante lo bien que repele el ataque. Estos escudos están hechos con varias capas de madera y  tela pegados con cola de conejo.


Nos explica la importancia de la posición del cuerpo tanto en la lucha a espada como en el tiro con arco. Sorprende lo que cuesta tensar la cuerda del arco largo o longbow. Su potencia de tiro junto a las flechas con puntas de metal atravesaban con facilidad las armaduras y las cotas de malla.



Esta casona que estaba derruida en un 80% fue restaurada casi desde los cimientos y durante dicha reconstrucción, se encontraron un montón de restos de diversas épocas. Figuras talladas mezcladas con las piedras y escombros de los muros, balas de cañón, balas de mosquete y un molino de mano primitivo.



Espadas de una mano, de mano y media, de dos manos y de dos manos y media. Vamos, toda una lección de esgrima. Nunca aprendímos tanto en ningún museo de todos los que llevamos visitado. Además todo contado por un auténtico entusiasta y experto, sin pagar entrada y pudiendo tocar y probar casi todo lo expuesto. Ir a "La Casona de Escalada" en Escalada-Burgos es toda una experiencia.


Nos despedimos de nuestro amigo alrededor del mediodía y antes de volver a nuestra Asturias aún queremos ver cosas por tierras burgalesas. Pesquera del Ebro se ve precioso en medio del valle acariciado por el Ebro.

Aparcamos junto a la iglesia y caminamos por la carretera que hace de calle principal. Nos damos cuenta que el pueblo no es un pueblo cualquiera. La gran cantidad de casas blasonadas y sus antiguos palacetes dan a entender el porqué de haber sido declarado Conjunto Histórico desde 1993.



Pesquera del Ebro es uno de los lugares con más cantidad de escudos nobiliarios de España. Casi todos son de los siglos XVII y XVIII.


Uno de ellos es más llamativo que los demás sobre todo por el escrito curioso:
"IESUS MARIA. ESTA ES CASA DE PLACER Y LA GENTE DE ALEGRÍA. ABE MARIA. AÑO 1712"
No quiero pensar mal pero, ¿No sería el cartel de reclamo de un puticlub de la época?


La iglesia no llama demasiado la atención pero si me sorprende el crucero que luce delante junto al tronco seco de un olmo.


Inmediatamente me vino a la memoria la Galicia rural que esta plagado de ellos por todos los cruces de caminos.

Y hablando de caminos, el camino nos saca del pueblo por el puente medieval y frente a él en la cabecera, la pequeña ermita de San Antonio.
La ermita es chiquitina pero coqueta


Y como no podía falta, situada a cierta distancia de la reja que da vista al interior de la ermita, la "hucha de Dios" donde los visitantes prueban puntería con la calderilla. ¡¡Pero que bien se lo monta el clero!!

 Una última vista panorámica de Pesquera del Ebro antes de ir hacia el norte de regreso a casa.


El dia se fue encapotando más y más hasta que finalmente se echó a llover. Es una lástima no poder disfrutar del espectáculo del gran Embalse del Ebro pero aún con mal tiempo nos permite disfrutar de bonitas estampas.

Pasamos sobre las compuertas cerca del pueblo de Arroyo y poco más adelante hacemos parada obligada para ver la torre de la iglesia de Villanueva que sobresale del fondo del embalse.



Villanueva fue uno de los siete pueblos que anegó el Embalse del Ebro con su construcción. De él solo se puede ver hoy día el campanario de la iglesia de Villanueva también llamada la Catedral de los peces. Normalmente emerge de las aguas, pero con la escasez de lluvias de este año el nivel del embalse está más bajo de lo normal, así que podemos ir caminando por la arena bajo la pasarela hasta el interior del campanario.


Se va oscureciendo la tarde así que damos por finalizado y disfrutado el largo puente de diciembre.
Volvemos a casa muy satisfechos y contentos con muy buena sensación del tiempo bien aprovechado y bien vivido.
Burgos es una tierra preciosa que merece no una sino infinitas visitas. Volveremos.