lunes, 22 de febrero de 2016

Valle de Salientes en el Alto Sil

13 de Febrero de 2016




El invierno parece que se está haciendo de rogar. Nada de nieve, apenas lluvia, no hace frío y los días soleados prevalecen sobre los nublados.


Así esta nuestro concejo, el concejo de Lena en Asturias. Los picos deberían estar cubiertos de nieve pero en los primeros días de febrero apenas se ve una manchita blanca sobre el más alto, y la estación invernal de Valgrande en el Puerto de Pajares que tendría que estar a pleno rendimiento tan solo pudo abrir sus pistas cuatro días justos y volvió a cerrar.


Hace un par de semanas que tenemos planificada una escapadina de fin de semana y estamos cruzando los dedos para que el invierno siga sin asomar la cabeza. Es más aconsejable cuando tienes planes para disfrutar al aire libre, eso nadie lo puede discutir.
Iremos hasta Salientes en el Alto Sil, uno de los pueblos situado en la montaña occidental leonesa que desde no hace mucho está incluido en la comarca del Bierzo. La disculpa para largarnos en busca de relax y desconectar en esta ocasión se la achacamos a San Valentín. Realmente nos importa un pijo como lo llamen, podría ser San Bartolín ó San Pikolín la cosa es disfrutar y aprovechar la ocasión.
Como hacemos en cada pequeña escapada, el lugar lo elegimos basándonos en dos detalles. Una zona con un entorno entretenido y un alojamiento guapo con un algo especial donde podamos sentirnos como en casa.








Los apartamentos rurales Mil Madreñas Rojas parece el sitio ideal para el relax y el pueblo de Salientes situado a 1260 metros de altitud no deja lugar a dudas que es el sitio que andamos buscando. Naturaleza viva y tranquilidad , encajado en un angosto valle donde termina la carretera que para aventurarse más adelante no hay más que caminos de montaña.








Es viernes, siete y media de la tarde, ya es de noche y ya tenemos el coche debidamente cargado con todo lo que podemos necesitar. Incluyo una pala y las cadenas de nieve junto con algún trasto más que  seguramente ni tocaremos pero como el coche tiene buen maletero pues allí que lo metemos.




Casualmente, después de un diciembre y un enero de clima mas bien otoñal desde hace dos días parece que está desperezandose el invierno. Las previsiones para el fin de semana no pueden ser más pesimistas. Anuncian fortísimos vientos en la costa de cerca de 100 km/hora y lluvia intensísimas para viernes y sábado para finalmente, en la noche del domingo descargar fuertes nevadas que pueden alcanzar hasta los 200 metros de altitud alargándose hasta el lunes para amainar el temporal a partir del martes.
De momento no falla el hombre del tiempo. Nos ponemos en camino y cuanto más nos adentramos en la provincia de León la lluvia cae fuerte, tan fuerte que en algunos tramos el agua forma sobre el asfalto enormes embalsamientos, verdaderos ríos cruzando la carretera. Circulamos despacio pero de noche no se aprecian igual las cosas. De pronto y sin ver lo que se nos venía encima nos metemos de lleno en uno de estos arroyos desbocados, el coche hace un bestial acuaplaning mientras lanzamos una cortina de agua a ambos lados. Nos llevamos un susto descomunal pero afortunadamente salimos del trance sin consecuencias supongo que en parte gracias a la suerte y en parte porque mantuve el volante firme y no toqué el freno. Continuamos con más precaución si cabe y por supuesto con un poco de acojone.
Dejado atrás Villablino y llegamos a Palacios del Sil donde abandonamos la carretera ancha para rodar por una carretera mínima que durante la mayor parte del recorrido no se cruzan dos coches. Matalavilla  y Valseco se quedan atrás bajo una tromba de agua. A partir de aquí la carretera no solo es estrecha sino que parece un río y en algunos tramos las piedras que se desploman del talud salpican la carretera lo que nos hace rodar a menos de 20 km/hora esquivando ramas y piedras durante los 17 km que nos separa del pueblo. No las llevamos todas con nosotros, da miedo una noche tan oscura y tan lluviosa por una carretera tan imprevisible.


Llegamos a Salientes y paramos cerca de los Apartamentos rurales Mil Madreñas Rojas. Solo caminar los cincuenta metros que hay del coche al hotel la lluvia con viento nos pone como sopas a pesar de llevar paraguas.
Sale a recibirnos el dueño, Toni, nos dice: ¿No leísteis mi email? Os quería prevenir de lo que os esperaba. El tiempo es infernal, fuisteis muy valiente viniendo hasta aquí.
La verdad es que no miramos el correo pero ya que estamos aquí no nos arrepentimos, estamos encantados. La aventura es la aventura, hay que arriesgar.




Nuestro apartamento, el "Recuélamo"está preparado para dos personas, pequeñín pero muy acogedor con una buena calefacción y si eso fuera poco también tenemos chimenea.




En una esquina la cocina completa con vitrocerámica, microondas, neverita, fregadero y todo el menaje de cocina que podamos necesitar.




Y sobre el baño un altillo de madera donde está la cama.


Una cama bajita sin patas para no pegar con la cabeza en el techo abuhardillado. Hay un pequeño detalle en estos apartamentos, no hay cobertura de móvil, no hay televisión y no hay conexión a internet. Esto es auténtico aislamiento que por cierto a nosotros no nos incomoda lo más mínimo.


No dejó de llover en toda la noche, lo supimos por el repiquetear sobre la claraboya que tenemos en el techo.



Amanece. Las previsiones para hoy sábado se están cumpliendo, continúa lloviendo aunque parece que de momento es más ligera y a ratitos incluso amaína.



El día no promete mucho pero lo aprovecharemos como podamos, al menos vamos a dar un paseo para visitar el pueblo.
No parece que hagan muchas misas, la iglesia parece a punto de desmoronarse.



Hay un buen montón de casas bien restauradas en Salientes pero también hay unas cuantas ruinosas que no por ello dejan de llamar la atención.






Tampoco se ven muchos vecinos, aparte de unas cabritas y un mastín negro del tamaño de un poni. Desde que nos vio aparecer por una de las callejas no dejó de seguirnos intentando intimidarnos con amenazadores y roncos ladridos. Pasamos de él hasta que finalmente me harto y le acabo dando cuatro gritos con tan mala ostia que el pobre se largó con el rabo entre las patas sin mirar atrás.


El valle no cabe duda que es rico en aguas y el arroyo Valseco muestra la bravura con que discurre rugiendo a toda velocidad entre las casas a lo largo del pueblo.




De hecho según nos contaron, algunos de los puentes de piedra que cruzaban el arroyo a lo largo del valle fueron destruidos por algunas grandes riadas que hubo. Desgraciadamente fueron sustituidos por otros horrendos de hormigón.


Al final del pueblo nos topamos con la Ermita de San Roque de Salientes que está practicamente en ruinas. En una de las dovelas aún se puede leer la fecha de 1704.


Me gustan las cerraduras antiguas y la puerta de la ermita tiene una pero que muy chula.


Intentamos seguir por el camino que sale hacia el monte pero desistimos enseguida pues casi baja tanto agua por él como por el mismo arroyo Valseco.


Las estampas que vemos son fantásticas. Es una pena que el mal tiempo no nos deje disfrutar aunque solo sea de una de las muchas rutas que parten desde aquí por este valle rodeado de picos de más de 2.000 metros de altitud.


Damos media vuelta y volvemos al centro del pueblo, a la Plaza de Don Claudio donde tenemos aparcado el coche.


Aquí esta una de las fuentes del pueblo y el agua es tan fría que al beberla hace el mismo efecto que tomar un sorbete helado se congela el cerebro.




Una casa fechada en 1934.


Y otra fuente que data de 1944


Con ese curioso invento apoyado en la puerta de la casa y hecho de plantas de escoba evitan que la nieve la tapie.


Yo también ando por aquí.


El pueblo esta lleno de casas cuidadas, recién pintadas, pero como decía antes a mi me resultan mucho más fotogénicas las antiguas y cubiertas de musgo y vegetación.


Y uno de los detalles que destacan en ellas son las cerraduras y herrajes antiguos. No dejan de ser pequeñas obras de arte que algún herrero forjó a mano sobre su yunque.


El recorrido nos lleva a la otra parte de Salientes, a la salida del pueblo o la llegada según como se mire. Desde aquí me doy cuenta que en la parte alta del pueblo destaca un edificio grande pintado de blanco, parece que es la escuela. Luego iremos a verla.



El terreno y los taludes en estas carreteras de montañas es inestable y es bastante común que de cuando en cuando se corte la carretera. Justo a la entrada de Salientes, el 10 de Enero de este año se produjo un argayo que la bloqueó con grandes rocas que incluso aplastaron el quitamiedos.



Retornamos al centro del pueblo y nos topamos con la etnografía. Un "potro" reconstruido que antaño ,según pone su cartel explicativo, se utilizaba  para herrar la vacas y curar sus patas . Sabía que se herraban los caballos pero desconocía totalmente que se pusieran herraduras también a las vacas.


Y vaya, de repente aparece ladrando una gran perra. Pensamos, -Vaya otro perro pesao- Por suerte esta perra es distinta y enseguida dejo de ladrarnos y toda su afición era darnos lametazos.



Es sumamente cariñosa y de nombre muy curioso, "Roca" se llama.



Llegamos al lavadero donde antaño las vecinas lavaban la ropa pero hoy día parece mas bien un jardín japonés con tanta planta acuática.
Poco más arriba llegamos a la escuela, el edificio grande que veíamos desde lejos. Es anormalmente grande para el tamaño del pueblo. Parece ser que fue construida por el impulso de los emigrantes salentanos en Argentina.


Y de momento tenemos que dejarnos de paseos que empieza a llover de muchos cojones. La mejor opción es irnos a tomar el vermut en al chigre que hay en el Mil Madreñas. Por allí andan Toni y Mónica, los dueños, aplicados en sus labores. Una de ellas es achicar el agua que se filtra por la parte baja de la pared y hace charco en mitad del bar. Ya decía que aquí son ricos en agua. Compartimos el bar con tres vecinos del pueblo que nos hablan de la poca gente que vive ahora por aquí. Que más que pueblo parece un despoblado y la conversación nos llevó a la parte buena de todo esto. Toni nos cuenta lo agreste que es la zona, tanto que no es la primera vez que se pasean las osas con sus crías por los alrededores de Salientes. Como prueba nos mostró algunas fotos que él mismo les hizo a corta distancia desde la carretera. Además de osos pardos, también habitan urogallos, corzos y rebecos.

El alojamiento fue una antigua casa de labranza de 1835 que restauraron totalmente y la decoración es parte de una iniciativa que sus dueños crearon, lo que llaman "Arte vegetal" echo con materiales vegetales recuperados de estos montes.


Trabajan con materiales totalmente naturales como este mural de hojas secas y otros que descubrimos en cada rincón de la casa.


Afuera destaca otra que parece un tipi indio teñido de azul hecho con la planta de las escobas ó piornos.




 La parte de la casa que mas disfrutamos es la gran galería acristalada de la parte alta que da vista a todo el valle por encima de los grises tejados de pizarra de Salientes.




Y aquí mismo en la galería decidimos pasar la lluviosa tarde de relax, tirados sobre cojines, con un par de chupitos,  música suave y en modo contemplativo disfrutando del paisaje.

"Carpe Diem quam mínimum credula postero".
"Aprovecha el día, no confíes en el mañana" (trad.)
                                        Horacio, poeta romano.







Y que coño, nos hacemos un selfie para recordar el momento.


 Mientras mirábamos el monte fantaseábamos con la sensación de ver bajar un oso por la ladera de enfrente.


Finalizamos el día con una cena romántica al detalle, con su vinito, con vela y con un rico postre no vaya a ser que San Valentín se pille un disgusto por no celebrarlo según los cánones.

Se despereza el domingo.
La luz entre por la claraboya pero, un momento, está cubierta con una pequeña capa de nieve. Finalmente llegó la anunciada nieve y el día se presenta con una capita que da un aspecto especial al paisaje.



Nos gustaría quedarnos todo el día para disfrutar del paisaje pero anuncian fuerte nevada para hoy así que no podemos demorarnos mucho. Nos despedimos de nuestros anfitriones y de su agradable alojamiento Mil Madreñas Rojas y dejamos claro nuestro deseo del volver con mejor climatología.

Son las 10:30 de la mañana y de momento solo hay cuatro o cinco centímetros de nieve polvo pero se ve como aumenta rápidamente.


Pero aunque esta arreciando la tormenta no podemos irnos así sin más, sin dar una última vuelta al pueblo y hacer alguna foto más. Aparcamos y volvemos caminando sobre nuestros pasos.



Dejamos puestas las "cadenas", bueno las modernas cadenas, las de trapo, que dicen que funcionan muy bien. Hoy van a pasar la prueba de fuego, vamos a comprobarlo.


Aquí estoy yo, el cazador cazado, mientras trato de evitar que se me llene de gotas la lente de la cámara sin conseguirlo ni siquiera con paraguas.




El arroyo Valseco parece que cada vez ruge con más fuerza, es impresionante.




A alguien se le está congelando la colada. No se si quien la tendió pretendía que se lavara en la cuerda o que se secara.




Y llegamos al puente de las cascadas, impactante torrentera de agua.



Regresamos al coche, no podemos demorarlo más, en tan solo una hora ya se acumuló el doble de nieve. Habíamos limpiado el parabrisas y ya tiene tanto como antes.



Salimos de Salientes rodando sobre la nieve inmaculada , vamos abriendo huella. Está precioso, aunque me cuesta un poco apreciar la belleza del paisaje totalmente pues llevo los huevos un poco encogidos y no precisamente por el frío.


Vamos rodando muy despacio pero seguros pues se nota que las cadenas de trapo nos dan buen agarre. No obstante circulo con mucha precaución pues no tengo mucha experiencia sobre nieve y no se como va a reaccionar el coche.



Sobre todo nos lo tomamos con filosofía y paramos de cuando en cuando para hacer fotos. Vamos bajando altitud pero apenas disminuye el grosor de la nieve.


A cada rato tenemos delante un paisaje más guapo. Esta precioso, más de lo que consigo mostrar en las fotos.


Finalmente llegamos a Valseco y ya podemos quitar las cadenas pues esta limpia la carretera.

Con las riadas de esta semana el pequeño pantano de Matalavilla está a rebosar y sigue entrando agua a raudales.


Pero la tranquilidad duró poco y apenas recorrimos dos kilómetros y de nuevo se levanta tal ventisca de nieve que en nada vuelve a cubrirse el asfalto con una buena capa. Otra vez a poner los "calcetines" al Picasso.

 Al llegar a Palacios de Sil de nuevo la carretera está limpia y otra vez a quitar las cadenas. Recomiendan no rodar con ellas si no hay nieve.

Pero pocos kilómetros después de pasado Villablino de nuevo me veo colocando los "calcetines de nieve" Menos mal que son relativamente sencillas y rápidas de poner y quitar. Son de la marca Drivetex por si a alguien le interesa adquirir unas.

Durante el resto del camino por toda la comarca de Laciana no deja ni un momento de nevar. No pasan quitanieves pero delante llevo dos coches abriendo rodada. No superamos los 45-50 km en los mejores casos. Los kilómetros se hacen interminables a esta velocidad y sin apenas visibilidad.

Ya dando vista al Pantano de Luna vemos un coche que seguramente perdido el control y esta encajado sin posibilidad de salir entre la cuneta y el talud. Estamos a -1º grado bajo cero por lo que la nieve empieza a helarse y se nota en el agarre.


Y finalmente entramos en la autovía A-66. Me puedo deshacer de las cadenas definitivamente y rodar perfectamente con el quitanieves delante.
Llegamos a casa sin más paradas y sin ningún contratiempo después de cuatro largas horas desde que salimos del pueblín de Salientes y solo para recorrer 109 km.

Para que luego digan que no llega el invierno. Como dicen los viejos, "el invierno no se lo comen los lobos".


El fin de semana no nos permitió hacer todo lo que teníamos planeado pero lo que si conseguimos fue descansar y relajarnos de un modo superlativo. Damos por seguro que volveremos en cuanto tengamos ocasión, así que queda pendiente regresar a Mil Madreñas Rojas en Salientes, a poder ser con un tiempo más soleado.































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